El hombre detrás de la investidura
Néstor Martínez Rodríguez nació el 12 de noviembre de 1951 en Arimpia. Hijo de: José del Rosario Martínez y Eudomelia del Carmen Rodríguez es el mayor de cuatro hermanos. Allá cursó estudios de primaria, para luego ser integrante de la primera promoción de Bachilleres del Liceo Julio César Salas, en 1970.
Con un excelente promedio académico ingresó a la escuela Alejandro Fuenmayor, donde obtuvo el título de Normalista en 1972. Años más tarde (1989) se titula como profesor en Educación Integral, mención Lengua. Las aulas, el sentido de las palabras, los diálogos, allanaron el camino para entenderse con los auditorios; tierra fértil en donde germinó su otra gran pasión: la política. En 1979, contrae matrimonio con Omaira Elena Martínez, de cuya unión nacieron sus 4 hijos.
Se ha dicho, con razón, que la elección directa de alcaldes y gobernadores, fue uno de los acontecimientos políticos más importantes del siglo XX en Venezuela. En efecto, implicó el surgimiento de nuevos liderazgos regionales y locales, como también la transferencia de competencias, lo que afianzó el proceso de descentralización. La Ley Orgánica de Régimen Municipal (1989), desarrolló los principios constitucionales referentes a la organización, gobierno, administración, funcionamiento y control de los municipios. Y desde su articulado determinó que el gobierno municipal se ejerce por un Alcalde y un Concejo Municipal.
Responder a los desafíos de un municipio naciente, implicaba desarrollar nuevos y efectivos instrumentos de gestión. Con ese objetivo, Néstor Martínez acompañado de un valioso equipo, puso en marcha un conjunto de iniciativas que sustentaron las líneas de acción en materia de gestión pública, procurando siempre el bien común de todos los ciudadanos. Grandes obras de infraestructura se ejecutaron en toda la jurisdicción, en medio de una profunda crisis económica y política, marcada por los acontecimientos derivados del 4 de febrero de 1992. Espacios públicos y turísticos, escuelas y liceos, recintos universitarios, consolidación de sectores populares, servicios básicos, pavimentación de vías, promoción cultural y deportiva, etc., fueron prioridades en sus planes de gobierno, lo que le valió el reconocimiento de los ciudadanos, demostrado con la contundente victoria electoral que le confirió un segundo mandato.
Confundido por lo fugaz del tiempo, Néstor Martínez regresó a la misma casa de donde partió seis años atrás, esta vez despojado de la investidura de alcalde. Entró a las habitaciones de sus hijos, y aunque dormidos, pudo ver cuánto habían crecido. Frente al espejo comprobó como las canas ganaron un terreno impensado. Se sentía satisfecho, “hice lo mejor que pude” se decía a sí mismo.
Fue un desafío personal, una conquista íntima que se fraguó día a día, aun reconociendo que no estuvo exenta de errores y de dificultades. Huérfano de poder, bajo el amparo familiar, sabía que esa noche sería larga, quizá la más larga de toda su vida, pero estaba dispuesto a enfrentarla con la misma determinación y coraje, con la que le dio forma a un municipio.
Autor: Carlos Almarza
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"Gente y hechos del municipio Rosario de Perijá"